Caracas, 04/04/06
Desde hace varios años pertenezco a un grupo de personas que está en proceso de constituir una Comunidad de Vida Cristiana, que hasta la fecha llamamos preCVX o CVX en formación. Ello dentro de los lineamientos que para tal efecto ha propuesto la Compañía de Jesús. En ese marco escribo a mis hermanos de comunidad la siguiente carta.
Muy queridos Hermanos(as):
Antes que nada reciban un fraternal saludo con mi más afectuoso deseo de que se encuentren bien, al mismo tiempo que abiertos a participar en una especie de revisión de nuestras fortalezas y debilidades como grupo, según lo recomendado por un amigo conocedor de estas realidades. Así pues me permito expresarles mi parecer.
Percibo entre nosotros disposición a compartir nuestras vidas de cara a como el Señor se nos va haciendo presente en los acontecimientos cotidianos, así como también en lo extraordinario, lo cual nos anima a vivir nuestra fe con gozo, paz interior, y agradecimiento. También, a aceptar el dolor y compartirlo con la esperanza de que la comprensión y solidaridad de los demás nos fortalezca. Igualmente, la Palabra de Dios ha ido entrando en nuestra oración, vida y acciones, iluminando y dándonos orientaciones. En cuanto a nuestra vida sacramental intuyo que en general nos hemos sentido más y más compenetrados con la Eucaristía , mas no ha sido tema frecuente a exponer, quizás porque se trata de vivencias personales íntimas difíciles de verbalizar.
Por otra parte, percibo que los temas sociopolíticos surgen con frecuencia a nivel de contexto actual; no parece que hayamos construido las condiciones para analizar nuestra realidad desde la perspectiva evangélica más allá de criterios humanos históricos. En este sentido podríamos arriesgarnos poco a poco a lanzar nuevas interpretaciones y salidas que a primera vista pudieran parecer riesgosas por lo novedosas, resultando en el fondo Buena Noticia.
En general nuestros proceso de cristianización grupal comunitario parece lento, cuidadoso, respetuoso, tímido,… ¿Será así? ¿Hay razones para ello? ¿Podríamos hacer algo distinto?¿Somos verdaderos testigos de vida cristiana comunitaria?
Al tratarse de que todos somos adultos, contamos con un amplio espectro de experiencias relevantes a las que referirnos sin tocar aspectos fuertes de nuestra vida que de alguna manera afectan lo más profundo de nuestro ser. En ese sentido me pregunto si tales reservas serán naturales y sostenibles en el tiempo o si las mismas pueden constituirse en un freno para profundizar en relaciones de confianza. ¿Qué hacer al respecto?¿Cómo no quedarnos en lo personal, trascendernos y más bien abrirnos a la comprensión del otro?
Otro aspecto propio de nuestra comunidad ha sido el no haber profundizado en los Principios Generales de la CVX ni en otras propuestas organizacionales; mas bien hemos ido atendiendo a las dinámicas internas del grupo. ¿Será eso suficiente? ¿Llevamos nuestra participación comunitaria al discernimiento?
También es propio de nuestra comunidad el intercambio virtual, instancia que nos permite comunicarnos con frecuencia en relación a sucesos específicos (enfermedades, muertes, problemas particulares), a los cuales de no ser graves, no se les hace mayor acompañamiento pues nuestras vidas reales son a veces muy densas. Este sería otro aspecto a ponderar realistamente. ¿Qué es realmente valioso en nuestras vidas leídas desde el Evangelio? ¿Nos dejamos guiar por el Espíritu de Jesús?
Hemos convenido invitarnos a asistir a eventos significativos para cada uno de nosotros a fin de que los demás conozcan un poquito mas, desde dentro, aquello a lo cual dedicamos nuestro interés, tiempo y esfuerzo. En la ocasión en que lo hicimos así resultó bastante revelador. Fuimos testigo del amor por la misión que cumple el HVD y las personas en ella comprometidas.
Finalmente Hermanos(as), espero sus comentarios hechos con toda libertad pues se trata de un pequeño ejercicio de fraternidad en el que cada quien tiene algo que decir para en conjunto mejorar. Este peregrinar está por continuarse y purificarse al estilo del andar de Jesús: progresivamente amoroso y desprendido de lo mundano; progresivamente amplio de criterios y generoso en las acciones; evangélico en su inspiración y terrenal en su comprensión de lo más débil de la humanidad…
Así, queridos hermanos, ruego me disculpen los errores o injusticias en las que he podido incurrir en este análisis y les pido con humildad sigamos sumando empeño en esta misión, que de ser agradable al Señor continuará bendiciendo en el tiempo y en sus frutos.
Un afectuoso abrazo,
Ana G. Guinand
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