Exhortación Pastoral de la CII Asamblea de
la CEV: “Compartimos el consuelo que recibimos de Dios” (Cf. 2Co 1, 4)
La Conferencia Episcopal Venezolana presentó en la mañana de este viernes,
la exhortación pastoral de la CII asamblea del episcopado venezolano. Mons.
Manuel Felipe Díaz, Arzobispo de la Arquidiócesis de Calabozo, fue el portavoz
que dio lectura a las reflexiones suscitadas durante el transcurso de esta
asamblea.
A
continuación el texto completo de la exhortación pastoral:
Conferencia Episcopal Venezolana
CII Asamblea Plenaria Ordinaria
Exhortación pastoral
“Compartimos el consuelo que recibimos de Dios”
(Cf. 2Co 1, 4)
CII Asamblea Plenaria Ordinaria
Exhortación pastoral
“Compartimos el consuelo que recibimos de Dios”
(Cf. 2Co 1, 4)
I.
Introducción.
1.
Los obispos miembros de la Conferencia Episcopal Venezolana, reunidos una vez
más en asamblea ordinaria, saludamos en el Señor a toda la Iglesia que
peregrina en nuestra Patria. Durante estos días hemos tratado asuntos diversos
que tienen que ver con nuestra misión pastoral. Entre esos temas resaltan la
situación nacional, el estudio y profundización de la Exhortación Apostólica
“Evangelii Gaudium”, de Su Santidad el Papa Francisco y la preparación de una
asamblea nacional de pastoral para el próximo año. Además, hemos tenido el gozo
de recibir durante dos días a una calificada representación de los presbiterios
de nuestras diócesis y vicariatos apostólicos, Queremos compartir con todos los
venezolanos algunas reflexiones suscitadas en el transcurso de nuestra reunión,
como es costumbre al término de cada asamblea.
II.
Asamblea conjunta obispos – presbíteros.
2. La
asamblea conjunta obispos – presbíteros forma parte de una serie de encuentros
que nuestra Conferencia ha realizado a lo largo de su medio siglo de
existencia. Estos momentos de oración, reflexión y compartir fraterno han sido
siempre gratos y fructíferos, y han constituido, sin duda, un estímulo notable
a nuestra acción pastoral. Efectivamente, los presbíteros están siempre a
nuestro lado en el trabajo cotidiano de las iglesias particulares. Merecen
nuestro reconocimiento, nuestra gratitud y afecto paterno .
3. El
sacerdote cumple su papel muchas veces entre contradicciones. Su misión es con
frecuencia puesta en duda o ridiculizada. Las limitaciones humanas que,
naturalmente, afectan también a los sacerdotes, provocan no rara vez caídas y
fallas, algunas de ellas graves, las cuales son injustamente generalizadas y
enrostradas a los ministros ordenados, cuando la verdad es que la gran mayoría
se esfuerza por guardar íntegra fidelidad a sus compromisos, y su trabajo
produce, como los campos del sembrador del Evangelio, unas veces treinta, otras
sesenta, otras ciento por uno (Cf. Mt 13, 23).
4.
Por esa razón, la labor de los sacerdotes es considerada de gran valor por las
comunidades cristianas, y ello se traduce en el aprecio por ellos, en la
búsqueda de su orientación y opinión en campos diversos, en el surgimiento de
vocaciones sacerdotales en el seno de las familias y las comunidades. Así lo
expresa el Concilio Plenario, que reconoce “la importancia de la labor de los
presbíteros y aprecia la entrega y la donación que, desde el amor a la Iglesia,
son estímulo y ejemplo para todo el Pueblo de Dios y fomento de las vocaciones”
.
5. En el hoy
de nuestra Patria, la labor de los pastores implica saber tender puentes para
propiciar el encuentro entre adversarios, y promover la reconciliación de
nuestro pueblo, fracturado y dividido por las ideologías y las mentalidades.
Obispos y presbíteros queremos renovar el compromiso de hacer realidad, en el
seno de nuestros presbiterios y comunidades, la súplica que dirigió Jesús antes
de su Pascua: “te ruego por ellos, para que sean uno, como tú y yo somos uno,
para que el mundo crea” (Jn 17, 21), pues sabemos que Cristo estableció la
comunión como signo de autenticidad de su Iglesia, que es “sacramento… de la
íntima unión con Dios y de la unidad de todo el género humano” .
6. En estos últimos años ha habido un incremento considerable de seminaristas y, por consiguiente, de ordenaciones sacerdotales. Sin embargo, el aumento de la población y el surgimiento de nuevos problemas hace insuficiente el número de ministros ordenados para atender las necesidades del Pueblo de Dios. Sabemos que la promoción de las vocaciones sacerdotales corresponde a toda la comunidad cristiana, pero especialmente es una tarea encomendada a los obispos y presbíteros. Nos comprometemos, pues, a trabajar denodadamente a fin de que podamos descubrir el llamado que el Señor ha sembrado en el corazón y el alma de muchos jóvenes.
6. En estos últimos años ha habido un incremento considerable de seminaristas y, por consiguiente, de ordenaciones sacerdotales. Sin embargo, el aumento de la población y el surgimiento de nuevos problemas hace insuficiente el número de ministros ordenados para atender las necesidades del Pueblo de Dios. Sabemos que la promoción de las vocaciones sacerdotales corresponde a toda la comunidad cristiana, pero especialmente es una tarea encomendada a los obispos y presbíteros. Nos comprometemos, pues, a trabajar denodadamente a fin de que podamos descubrir el llamado que el Señor ha sembrado en el corazón y el alma de muchos jóvenes.
III.
Exhortación Apostólica “Evangelii Gaudium”.
7. En la
Exhortación Apostólica “Evangelii Gaudium” (La alegría del Evangelio) , el Papa
Francisco ofrece una visión general de la misión evangelizadora de la Iglesia,
deteniéndose en algunos puntos particulares. El Santo Padre quiere no solamente
motivarnos, sino también interpelarnos para que cambiemos muchas de nuestras
actitudes, con el fin de lograr la tan deseada transformación misionera de la
Iglesia. Invitamos cordialmente a los fieles católicos y las personas de buena
voluntad a leer, meditar y poner en práctica este importante documento
pontificio.
8.
Desde el propio título de la Exhortación el anuncio del Evangelio se presenta
como un testimonio gozoso, un mensaje que se comparte con alegría. En efecto,
una de las razones por las que el anuncio misionero se vuelve estéril e
ineficaz es su presentación fría e impersonal, incapaz de tocar el corazón de
los hombres de hoy. El Papa nos invita a anunciar la alegría del Evangelio
incluso en el contexto de sufrimientos, confrontaciones, violencia y, en
general, del drama que muchas veces caracteriza nuestra historia actual . Ese
testimonio es de mucho valor precisamente en ese ambiente, donde muchos pierden
la esperanza y el deseo de vivir, sintiéndose vacíos y llenos de amargura. El
documento nos dice que el hecho de evangelizar fortalece la propia fe del
evangelizador y aporta consuelo a sus destinatarios.
9. El
Papa nos invita a adelantarnos, a “primerear” en la iniciativa de salir al
encuentro de este mundo necesitado de la luz del Evangelio . La actitud de la
Iglesia en el cumplimiento de la misión que le dejó su Fundador debe ser
siempre una mano extendida con franqueza, con cordialidad, con deseo de hacer
el bien a todos. Ésta ha sido la característica fundamental del Cristianismo,
que debe conservar y profundizar en las actuales circunstancias.
10.
La Iglesia existe para evangelizar, nos recordaba Pablo VI . El contenido del
anuncio evangelizador es, en primer lugar la persona, la obra y el mensaje de
Cristo, la salvación obrada a través de su misterio pascual . Unido a este
núcleo fundamental se anuncia también la verdad sobre el hombre y el mundo, tal
como se perfilan en la Revelación. Este anuncio no se refiere únicamente a las
realidades espirituales y a la vida eterna, sino que incluye también la vida
del hombre sobre este mundo y sus relaciones con sus semejantes. Por eso, el
Papa Francisco considera parte importante del anuncio evangelizador aspectos
eminentemente socio-políticos, como son la inclusión social de los pobres, la
paz y el diálogo social.
IV.
Panorama social.
11.
La Iglesia en Venezuela, fiel a su misión, emplea sus fuerzas en anunciar a
Cristo y su Evangelio. Su organización, sus ministros y sus instituciones son
otros tantos medios para llevar a cabo ese objetivo fundamental. No pocas veces
la naturaleza y acción de la Iglesia han sido tergiversadas, en medio del calor
de la diatriba política e ideológica que ha caracterizado los últimos años de
la historia venezolana. Cuando los Obispos fijamos posición sobre temas diversos
que atañen al acontecer nacional, lo hacemos como exigencia ética y moral de
justicia, equidad y paz entre todos los venezolanos. Quienes nos acusan de
actuar como actores políticos lo que hacen es desvirtuar el derecho que nos
compete como ciudadanos y pastores a cumplir nuestro deber: defender y promover
la dignidad del ser humano, así como el bien común. Se trata de un servicio que
prestamos al pueblo venezolano, fieles a la visión del mundo y de la humanidad
como creaturas de Dios, sometidas a sus leyes eternas. A este respecto afirma
el Papa Francisco: “Los pastores… tienen derecho a emitir opiniones sobre todo
aquello que afecte a la vida de las personas, ya que la tarea evangelizadora
implica y exige una promoción integral de cada ser humano” .
12. La
situación del país siempre ha reclamado una palabra por parte de esta
Conferencia Episcopal. Son ya conocidas las difíciles circunstancias que
afectan a la población en general: la violencia, inseguridad y criminalidad
crecientes, el drama del desabastecimiento, el alza constante del costo de la
vida, unida a las sucesivas devaluaciones de la moneda, la aplicación de
controles excesivos a la actividad productiva. El pueblo se ve sometido a
largas colas para obtener el mínimo sustento necesario, o a padecer las fallas
de los servicios públicos fundamentales, como el agua y la luz eléctrica. Todo
esto afecta al desenvolvimiento y tranquilidad de muchas familias. Quienes
tienen en sus manos la solución de los problemas del pueblo parecen dar
preferencia a otros intereses. Los pobres y en general los que sufren vienen a
ser así simplemente una excusa o una pantalla ideológica para lograr otros
fines.
13.
Agrava esta situación el panorama político actual: la pretensión de imponer un
modelo político totalitario y un sistema educativo fuertemente ideologizado y
centralizado, que amenaza su propia viabilidad y calidad; la criminalización de
las protestas y la politización del poder judicial, que se manifiesta, entre
otras cosas, en la existencia de presos políticos y en la situación de tantos
jóvenes privados de libertad por haber participado en manifestaciones. Los
partidos políticos experimentan divisiones internas por apetencias e intereses
particulares. Mientras tanto, se siguen arrastrando situaciones problemáticas
graves, como la corrupción en todas las esferas del Estado e incluso de la
sociedad, la pérdida de control por parte del Estado de las instituciones
penitenciarias, el generalizado militarismo y una desproporcionada represión de
cualquier disidencia. Una vez más solicitamos la libertad de los estudiantes y
medidas de gracia para los presos políticos y para quienes han emigrado por
razones políticas.
14.
Todo ello viene a constituir una atmósfera social asfixiante que empuja a
algunos a abandonar el país, a muchos les hace perder la esperanza de lograr un
cambio real de las condiciones socio-políticas y a otros, en fin, los lleva a
asumir actitudes violentas. La Constitución consagra el derecho a la libertad
de pensamiento, y por tanto a la disidencia y a la legítima protesta. En estas
circunstancias se hace sumamente actual el llamado que el Santo Padre hace en
su Exhortación a poner en primer lugar a la gente, con sus problemas reales, y
a privilegiar a los pobres como sujetos sociales, actores de su desarrollo y
superación.
15.
No será posible encontrar soluciones satisfactorias a los problemas que aquejan
a la gente, ni se dará una verdadera reconciliación en nuestra sociedad, si no
nos escuchamos, si se reprime sin investigar las causas por las que surgen las
protestas. No es posible pretender una paz que suponga la renuncia a los
derechos humanos, la aceptación de un estilo de vida impuesto y la utilización
de la Constitución y las leyes a través de interpretaciones no compartidas y
más bien rechazadas y denunciadas.
V.
Asamblea Nacional de Pastoral.
16.
Una de las tareas que nos dejó el Concilio Plenario de Venezuela fue la
realización periódica de asambleas pastorales nacionales , que contribuyeran a
conservar el espíritu de fraterna cooperación y caridad entre los miembros del
Pueblo de Dios que caracterizó al mismo Concilio. Hemos decidido convocar la
primera de estas asambleas para el año 2015. Es necesario que toda la Iglesia
que peregrina en Venezuela pueda sentir este acontecimiento como algo propio, y
debe insistirse en que se pongan en práctica las instancias participativas
previstas tanto en las diócesis como en las parroquias.
17.
Entre las tareas de la Asamblea Nacional de Pastoral estará, sin duda, un
examen sincero de la fe y práctica religiosa del pueblo cristiano, teniendo
presente la realidad de división y odio que pretende imponerse en el país. En
tal sentido, esta Asamblea debe ser una contribución al reencuentro de los
venezolanos y a la reconstrucción del país. Además, se hará énfasis en la
pertenencia y la comunión eclesial, así como en un compromiso misionero más
decidido que nos lleve a transmitir la fe. Los cristianos creemos que
Jesucristo y su proyecto son una Buena Noticia para Venezuela en los momentos
que estamos viviendo. Es necesario proclamar de nuevo proféticamente el
Evangelio, esa Buena Noticia de que “Jesucristo nos ama, dio su vida para
salvarnos, y ahora está vivo a nuestro lado cada día, para iluminarnos, para
fortalecernos, para liberarnos” . La Asamblea Nacional de Pastoral contribuirá
a la aplicación de las directrices del Concilio Plenario de Venezuela, así como
al reimpulso de la Misión Continental Permanente, que nos dé la fuerza y la luz
de Jesucristo en las circunstancias particularmente difíciles que vivimos.
VI.
El consuelo de la fe.
18.
Nuestro pueblo conserva y vive la fe que le ha sido transmitida por sus
antepasados. Fue la fe que permitió a nuestros mayores soportar y superar el
desangramiento que hace doscientos años acarreó la Guerra de Independencia. Fue
la fe que logró salir incólume de las contiendas republicanas y de las
persecuciones a la Iglesia. Fue esa fe la que animó la vida de muchos
venezolanos ilustres, como el Dr. José Gregorio Hernández. Esa fe, entregada
por las pasadas generaciones, ha sido recibida por nuestros jóvenes, quienes
con su entusiasmo y alegría siguen siendo testigos de la Buena Noticia de
Jesús. El Año Jubilar de la Juventud es una ocasión privilegiada para dar ese
testimonio público. Esa fe en el Dios de la vida le sigue otorgando fuerzas y
energías a nuestro pueblo para hacer frente a un momento sumamente difícil de
su historia y continuar la marcha hacia una Venezuela justa, fraterna y
pacífica.
19.
En esa marcha y en esa búsqueda le acompañamos los pastores, miembros de ese
pueblo y responsables de él ante Dios. El compromiso evangelizador implica
también “saber decir una palabra de aliento al abatido” (Is 50, 4), y en eso
estamos empeñados obispos, presbíteros, demás ministros y laicos misioneros, de
tal manera que en las amarguras de la situación presente brille siempre la luz
de la esperanza cristiana, que nunca defrauda (Cf. Rm 5, 5), porque está
cimentada sobre la palabra y la promesa de Dios, que acompaña nuestras luchas y
quiso hacerse uno de nosotros para participar de nuestras vicisitudes.
20.
Pedimos la intercesión de la Virgen Santísima, nuestra Madre de Coromoto: ella
compartió las alegrías y las tristezas de la vida de su Hijo. Hoy nos acompaña
también en nuestro caminar, como Madre amorosa de la Iglesia. Desde sus
diversos santuarios que son honra y prez de nuestras iglesias particulares,
ella recibe a nuestro pueblo, lo toma de la mano y lo lleva a Jesucristo. Que
ella nos acompañe en los afanes evangelizadores y nos ayude a superar la actual
situación de angustia en que vivimos, a perdonarnos y reconciliarnos para que
brille en nuestra patria la paz y la concordia propias de hijos de un mismo
Dios y hermanos entre nosotros.
Con nuestra bendición
Con nuestra bendición
Los
Obispos de Venezuela
Caracas, 11 de julio de 2014