Nicosia. (Efe).- Benedicto XVI se despidió hoy, domingo 6 de junio, de Chipre con un llamamiento a la comunidad internacional para que intervenga de "manera urgente y concertada" para resolver la situación en Oriente Medio, especialmente en Tierra Santa, antes de que los conflictos lleven a "un mayor derramamiento de sangre".
El Papa hizo este llamamiento durante la misa que celebró ante unas seis mil personas en Nicosia, durante la cual entregó a los prelados de Oriente Medio el Instrumentum Laboris (documento de preparación) del Sínodo de Obispos para esa zona del mundo, que se celebrará del 10 al 24 de octubre en el Vaticano. En el documento, el Vaticano considera que "la ocupación israelí" de los Territorios Palestinos es "una injusticia política impuesta a los palestinos", que las relaciones judío-cristianas se resienten por ese conflicto y que las relaciones con el islam son difíciles debido a que los musulmanes no distinguen entre religión y política.
Asimismo, denuncia que el "egoísmo" de las grandes potencias, unido a la persistencia del conflicto y a que no se respetan el derecho internacional y los derechos humanos, ha desestabilizado el equilibrio en Oriente Medio e impuesto a la población una violencia que corre el riesgo de llevarla a la desesperación y que la consecuencia es la emigración de los cristianos.
El texto, de 44 páginas, señala que los desafíos a los que se enfrentan los cristianos son los conflictos políticos, la libertad de religión y de conciencia, la evolución del islam y la emigración. Sobre la emigración resalta que es necesario reforzar la presencia de los cristianos, que ya son una exigua minoría, para que no acaben en un gueto. De los conflictos señala que la ocupación israelí de los Territorios Palestinos "hace difícil" la vida diaria para la libertad de movimientos, la economía y la vida religiosa. "A ello se une que algunos grupos integristas cristianos justifican la injusticia política impuesta a los palestinos, lo que hace aún más delicada la posición de los cristianos árabes".
Respecto a las relaciones de los cristianos con los judíos, señala que se resienten por el conflicto israelí-palestino y recuerda que el Papa ya expresó durante su viaje a Belén en 2009 el "derecho del pueblo palestino a una patria soberana en la tierra de sus antepasados, segura, en paz con sus vecinos y reconocida internacionalmente".
Con los musulmanes, el texto dice que la Iglesia los mira "con estima", pero que muchas veces las relaciones son difíciles, "sobre todo por el hecho de que no distinguen entre religión y política, lo que coloca a los cristianos en la delicada situación de no ciudadanos". "La clave del éxito de la coexistencia entre cristianos y musulmanes depende del reconocimiento de la libertad religiosa y los derechos del hombre", asegura el texto. También lamenta que muchas veces la opinión pública musulmana acusa a la Iglesia católica de cualquier decisión que tomen los políticos occidentales, al identificar erróneamente Iglesia con Occidente.
El documento señala que el crecimiento del islam está repercutiendo en la región y en los cristianos, y denuncia que pretende imponer un modo de vida islámico a la sociedad, sean o no musulmanes, y que algunos grupos con ese objetivo no dudan en recurrir a la violencia. Asimismo, denuncia que la "islamización está penetrando en las familias a través de los medios de comunicación y la escuela, modificando las mentalidades, que se van islamizando". El texto señala que para los musulmanes la modernidad se presenta con una "cara atea e inmoral" y la viven como una invasión cultural que lo amenaza, turbando su sistema de valores.
La Iglesia también considera que la modernidad es un riesgo para los cristianos, ya que la sociedad está amenazada por el ateísmo, el materialismo, el relativismo y la indiferencia. Otro punto es el de la libertad de religión y conciencia, en el que señala que en Oriente la religión es una elección social, no individual y que cambiar de credo está considerado "una traición a la sociedad, la cultura y a la nación". La conversión es vista como el fruto de un proselitismo interesado, no de una convicción religiosa auténtica.
El documento también habla de ecumenismo y a este respecto señala que la división de los cristianos es un escándalo, que es necesario que las iglesias existentes en la zona se conozcan mejor, cooperen, no se den la espalda y no promuevan acciones que ofendan o turben a las otras confesiones. La entrega de este documento era el objetivo del viaje a Chipre del Papa Benedicto XVI, quien a últimas horas de la tarde regresará a Roma.
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