La medalla de “justo entre las naciones” fue entregada este martes en Roma por el embajador de Israel ante la Santa Sede, Mordechay Lewy, a título póstumo, al jesuita italiano Raffaele de Ghantuz Cubbe. Su pequeño sobrino, Francesco de Ghantuz Cubbe, recibió la medalla, y el presidente de la comunidad judía de Roma aprovechó esta oportunidad para mostrar el deseo de que se cree una “Asociación de los niños de los justos”. La ceremonia tuvo lugar, en presencia de supervivientes de la Shoah y de sus familias, en el salón de la librería del Apostolado de la Oración, detrás de la iglesia de Jesús, en el centro de Roma, a pesar de las manifestaciones que paralizaron ayer buena parte de la ciudad.
Durante la ocupación nazi de Roma, el padre Cubbe pudo, con la ayuda de sus hermanos, y poniendo su vida en peligro, ocultar a tres niños judíos entre los alumnos de Mondragón, un colegio de Frascati: Marco Pavoncello y dos hermanos, sus primos Mario y Graziano Sonnino. Nunca intentó que se convirtieran al catolicismo, pero una vez acabada la guerra, permanecieron en ese colegio de los jesuitas para acabar sus estudios.
Marco Pavoncello y Graziano Sonnino participaron en la ceremonia de este martes por la mañana, mientras que Mario Sonnino falleció el pasado mes de julio, así como su hermana Virginia, con un mes de diferencia. Sus hijos y nietos estaban presentes, y también sus sobrinos y sobrinas. La familia Sonnino tenía dos hijas y tres hijos: Virginia, Mario, Graziano, Rosalba y Sergio. Familias y religiosos les ayudaron durante la ocupación. El ambiente estuvo ayer cargado de emoción, especialmente durante la proyección de un video de presentación del testimonio de Mario Sonnino, realizado por sus hijos Livia y Nello.
El expediente de solicitud del reconocimiento fue promovido, a partir de 2004, por Celeste Pavoncello, que realizó un libreto histórico para la ocasión. En una exposición en el monumento a Víctor Manuel de Roma sobre las leyes antijudías y la Shoah, descubrió una foto de su padre, Marco Pavoncello, en un documento de archivos privados de Berlín. Cuando en 2010, la señora Pavoncello anunció a Giovanna de Ghantuz Cubbe que su tío iba a recibir la medalla de los Justos del Instituto Yad VaShem de Jerusalén, descubrió una historia desconocida hasta entonces, como suele pasar.
Los “salvadores” pensaban que no habían hecho nada más que cumplir su deber, o consideraban que su mano derecha no debía saber lo que hacía la izquierda, como dijo la señora Ghantuz Cubbe citando el Evangelio, y los tiempos de persecución son tiempos de clandestinidad, donde no se acumula la documentación apropiada. De hecho, sólo dos o tres personas conocían la verdadera identidad de los tres estudiantes, que la anunciaron a sus compañeros tras la liberación.
Ellos tuvieron que cambiar de apellido y recibieron el de Sbardella, un nombre del sur, de la región de Cassino, entonces bombardeada por los aliados: no se habría podido verificar su identidad. Llevaban una especie de vida “normal” de estudiantes en una época de terror. Sus padres, y el resto de sus hermanos y hermanas, ocultos en familias y con religiosos, iban a veces a visitarlos.
El premio fue entregado por Lewy, en presencia, entre otros, de Livia Link, consejera para los Asuntos públicos y políticos de la embajada de Israel en Italia, y del presidente de la comunidad judía de Roma, Riccardo Pacifici. Éste último recordó que su padre y su tío también se salvaron gracias a sacerdotes católicos. Pero otros miembros de su familia fallecieron en Auschwitz, igual que un tercio de la comunidad judía de Italia, es decir, 8.000 personas.
También destacó que el Memorial de Yad VaShem ha reconocido a unos 28.000 “justos”, de los cuales 487 en Italia. Habló incluso de una verdadera “caza de los justos” para encontrar las huellas de estos “héroes” y honrar su memoria: una voluntad que se encuentra, dijo, en el ADN de Israel. También sugirió la creación de una asociación de “Niños de los Justos”.
Raffaele de Ghantuz Cubbe, el “Padre Cubbe”, nació en Italia, en Orciano Pisano, en 1904 y falleció en Roma en 1983. Era el cuarto hijo de una familia profundamente cristiana. Su padre, el marqués Riccardo fue chambelán secreto de papa de Benedicto XV a Pío XII. La familia tenía amistad con el salesiano don Michele Rua (hoy beato), que tuvo la premonición de la vocación religiosa de Raffaele, quien entró muy joven en la Compañía de Jesús. Él se convirtió en rector (1942-1947) del prestigioso Colegio de Mondragón, cerca de Frascati, al sur de Roma, y en vicepresidente de la Obra de Asistencia Pontificia, deseada por Pío XII para apoyar a las víctimas de la Segunda Guerra Mundial. El jesuita ha dejado ante todo el recuerdo de su valentía y de su bondad, como recordaron Graziano Sonnino y Marco Pavoncello.
Por Anita S. Bourdin
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