sábado, 17 de julio de 2010

Contemplativos en la Acción y Activos en la Contemplación

                                      EVANGELIO DE LUCAS (10, 38-42)

"En aquel tiempo entró Jesús en un poblado, y una mujer, llamada Marta, lo recibió en su casa. Ella tenía una hermana llamada María, la cual se sentó a los pies de Jesús y se puso a escuchar su palabra. Marta, entre tanto, estaba atareada en muchos quehaceres, hasta que se acercó a Jesús y le dijo:
- Señor, ¿no te has dado cuenta de que mi hermana me ha dejado sola con todo el trabajo? Dile que me ayude.
El Señor le respondió:
- Marta, Marta, muchas cosas te preocupan y te inquietan, siendo así que una sola es necesaria. María escogió la mejor parte y nadie se la quitará."

En la Semana 16ª del Tiempo Ordinario, la Liturgia nos propone reflexionar sobre la presencia de Dios en nuestras vidas combinando la acción y la contemplación. A partir del encuentro de Jesús con Marta y María, el evangelista Lucas (10, 38-42) nos presenta la manera de relacionarnos con Dios, que tiene lugar al hacernos contemplativos en la acción, al encontrarnos con Dios en la Vida y al encontrarnos con la Vida en Dios.

Una lectura apresurada de este evangelio puede dar pie a una interpretación falseada, al contraponer acción y contemplación. Pero para evitar esta ruptura, conviene tener muy en cuenta que este pasaje bíblico está precedido por la parábola del Buen Samaritano (10, 25-37), lo cual no deja duda de la primacía que tiene la acción para el Señor, y cuánto más si se trata de la práctica de la misericordia o del servicio.

Para Jesús, es tan importante la actitud de María centrada en la escucha (contemplación) de su Palabra, como el desvelo (acción) de Marta por servirlo. ¡Qué imprescindible la actuación que busca en todo momento atender bien las necesidades de la vida! y ¡qué imprescindible también la actitud de quien escucha con atención al que comunica vida! Porque la conjunción de estos dos modos es lo que conocemos en cristiano como la contemplación activa y acción contemplativa.

Cuando Jesús dice a la hermana atareada: “Marta, Marta, muchas cosas te preocupan y te inquietan, siendo así que una sola es necesaria”, le está advirtiendo con especial cariño, que algo no está funcionando bien en su vida, que en su corazón algo no anda bien. Y es que Marta se ha centrado de tal manera en lo que hace, que ha terminado descentrada, sin paz y perdiendo la perspectiva. No así María, quien captó en determinado momento, a juzgar por el reclamo que hace Marta a Jesús, que lo más importante ahora era centrar toda la atención en la Palabra del Señor, y por eso lo escucha a sus pies, como discípula. Asunto que Marta se estaba perdiendo.

Lucas presenta sin rodeos la doble tensión latente en la vida cristiana: Una, la necesaria medida en la acción para que no se descentre la persona ni se desquicie. Y otra, la necesaria mesura en la dedicación a Dios para que no haya un desentendimiento del curso cotidiano de la vida.

El evangelista destaca la actitud exterior e interior que toda persona necesita para lograr aquello que nadie podrá quitarnos: la comunión con Dios y con la Vida. No hay aquí dos personajes, sino uno sólo: la persona por fuera y por dentro. Marta representa la capacidad de acogida, de recibimiento, de atención y dedicación expresa a la gente. Ella es la apertura a la vida que nos hace servidores. Y María representa la fuerza que nutre la entrega, la dedicación sentida desde dentro, el impulso que da consistencia a todo lo que se haga. Ella es la interioridad de la vida que nos hace fecundos.
Gustavo Albarrán, S.J.

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