Evangelio
Decimocuarto Domingo
del tiempo ordinario
Mt 11,25-30.
Jesús dijo:
"Te alabo, Padre, Señor del
cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los
prudentes y haberlas revelado a los pequeños.
Sí, Padre, porque así lo has
querido.
Todo me ha sido dado por mi Padre, y
nadie conoce al Hijo sino el Padre, así como nadie conoce al Padre sino el Hijo
y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Vengan a mí todos los que están
afligidos y agobiados, y yo los aliviaré.
Carguen sobre ustedes mi yugo y
aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán
alivio.
Porque mi yugo es suave y mi carga
liviana".
TRES LLAMADAS DE JESÚS
El evangelio de Mateo ha recogido
tres llamadas de Jesús que hemos de escuchar con atención sus seguidores, pues
pueden transformar el clima de desaliento, cansancio y aburrimiento que a veces
se respira en algunos sectores de nuestras comunidades.
”Venid a mí todos los que estáis cansados y
agobiados. Yo os aliviaré”. Es la primera llamada. Está dirigida a todos los
que viven su religión como una carga pesada. No son pocos los cristianos que
viven agobiados por su conciencia. No son grandes pecadores. Sencillamente, han
sido educados para tener siempre presente su pecado y no conocen la alegría del
perdón contínuo de Dios. Si se encuentran con Jesús, se sentirán
aliviados.
Hay también cristianos cansados de
vivir su religión como una tradición gastada. Si se encuentran con Jesús,
aprenderán a vivir a gusto con Dios. Descubrirán una alegría interior que hoy
no conocen. Seguirán a Jesús, no por obligación sino por atracción.
“Cargad con mi yugo porque es
llevadero y mi carga ligera”. Es la segunda llamada. Jesús no agobia a nadie.
Al contrario, libera lo mejor que hay en nosotros pues nos propone vivir
haciendo la vida más humana, digna y sana. No es fácil encontrar un modo más
apasionante de vivir.
Jesús libera de miedos y presiones,
no los introduce; hace crecer nuestra libertad, no nuestras servidumbres;
despierta en nosotros la confianza, nunca la tristeza; nos atrae hacia el amor,
no hacia las leyes y preceptos. Nos invita a vivir haciendo el bien.
“Aprended de mí que soy manso y
humilde de corazón y encontraréis descanso”.
Es la tercera llamada. Hemos de
aprender de Jesús a vivir como él. Jesús no complica nuestra vida. La hace más
clara y más sencilla, más humilde y más sana. Ofrece descanso. No propone nunca
a sus seguidores algo que él no haya vivido. Nos invita a seguirlo por el mismo
camino que él ha recorrido. Por eso puede entender nuestras dificultades y
nuestros esfuerzos, puede perdonar nuestras torpezas y errores, animándonos
siempre a levantarnos.
Hemos de centrar nuestros esfuerzos
en promover un contacto más vital con Jesús en tantos hombres y mujeres
necesitados de aliento, descanso y paz. Me entristece ver que es precisamente
su modo de entender y de vivir la religión lo que conduce a no pocos, casi
inevitablemente, a no conocer la experiencia de confiar en Jesús. Pienso en tantas
personas que, dentro y fuera de la Iglesia, viven “perdidos”, sin saber a qué
puerta llamar. Sé que Jesús podría ser para ellos la gran noticia.
José Antonio Pagola
No hay comentarios:
Publicar un comentario