domingo, 3 de julio de 2011

Sencillo, para que sea amigo de la gente y amigo de Dios


Comentario al Evangelio del domingo XIV del tiempo ordinario (Mateo 11, 25-30):

En aquella ocasión Jesús tomó la palabra y dijo:
-¡Te alabo, Padre, Señor de cielo y tierra, porque, ocultando estas cosas a los sabios y entendidos, se las diste a conocer a la gente sencilla! Sí, Padre, ésa ha sido tu elección. Todo me lo ha encomendado mi Padre: nadie conoce al Hijo, sino el Padre; nadie conoce al Padre, sino el Hijo y aquél a quien el Hijo decida revelárselo.
Vengan a mí los que están cansados y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, que soy tolerante y humilde de corazón, y encontrarán descanso para su vida. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera.


Retomamos los domingos del Tiempo Ordinario que habíamos dejado para dar paso a la Cuaresma y la Pascua. Estamos en la semana 14 del tiempo ordinario y seguiremos con la lectura continuada del Evangelio de Mateo. En esta semana nos invitan a reflexionar una de las claves más importantes del seguimiento a Jesús: ser sencillos.

El evangelio de esta semana es muy breve y a la vez muy profundo. Está conformado por tres partes: 1º) la revelación de Dios es acogida principalmente por los sencillos; 2º) a Dios Padre lo conocemos por Jesús; y 3º) Jesús es nuestro refugio y descanso.

El Evangelio presenta a Jesús agradeciendo al Padre porque ha ocultado la auténtica sabiduría a los que se consideran sabios y entendidos, reservándola a los sencillos. Para el Señor, la condición de sencillos será la clave en la vida.

La acción de gracias en la que Jesús declara que los sencillos son los que escuchan y comprenden a Dios Padre, está precedida del poco o nulo éxito que el Señor ha tenido entre los sabios y entendidos de su tiempo. Jesús se topa con la dureza de corazón, pero no se paraliza, sino que se vuelve hacia el Padre, alabándolo por la sintonía que tiene con la gente sencilla.

¿Qué tienen los sencillos que se convierten en los intérpretes adecuados de Dios, en sus amigos? La sencillez es lo que da lugar a la libertad, limpia la mente de prejuicios, hace al corazón misericordioso, erradica la maldad, devuelve la inocencia del alma, hace posible la fe. Los sencillos son el rostro vivo de Dios en este mundo.

Y, ¿qué tiene la cruz del Señor que devuelve la dignidad, ordena el afecto, crea solidaridad y libera de toda amargura? La cruz es lugar privilegiado de amistad y comunión, con las personas, con el mundo y con Dios. Jesús crucificado es así nuestro amparo. El lugar donde podemos despertar nuestra sensibilidad y donde alcanza sentido nuestra humanidad.

Para que puedas encontrarte con Jesús, has de volver tu rostro y acercarte a los crucificados de la tierra. Ellos harán que se despierte tu sensibilidad dormida. La vida no te quita cosas: te libera de cosas... te alivia para que vueles más alto, para que alcances la plenitud (Facundo Cabral). Junto a los crucificados, comenzarás a perder cosas, pero te encontrarás a ti mismo, libre, cercano, fraterno, sin dolencias en tu alma. Te encontrarás humano y hermano.

G. Albarrán

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