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martes, 1 de noviembre de 2011

Los líderes religiosos del mundo rezan por la paz en Asís


Todos los líderes religiosos que participaron este jueves 27 de octubre en la Jornada de reflexión, diálogo y oración por la paz y la justicia en el mundo promovida en Asís, Italia, por el papa Benedicto XVI, aplaudieron la iniciativa y expresaron, en sus intervenciones, la importancia de rezar por la paz y el diálogo.

El patriarca Ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I, afirmó que el diálogo debe llevar a “considerar al otro como sujeto de relación y no como objeto de indiferencia”, “porque es en la indiferencia donde nace el odio, es en la indiferencia donde nace el conflicto, es en la indiferencia donde nace la violencia”.

“Contra estos males, sólo el diálogo es una solución posible y a largo plazo”, observó, recordando que “no vivimos únicamente los unos contra los otros, o los unos al lado de los otros, sino, sobre todo, los unos junto a los otros, en un espíritu de paz, de solidaridad y de fraternidad”.

En el encuentro de Asís, explicó, “no se trata, como algunos insinúan, de realizar el diálogo interreligioso o ecuménico, desde una perspectiva sincrética”. Al contrario, la visión que nosotros alabamos, en el diálogo interreligioso, tiene un sentido especial que deriva de la capacidad misma de las religiones de invertir en el campo social para promover la paz”.
“Debemos oponernos a la deformación del mensaje de las religiones y de sus símbolos por parte de los autores de violencia”, indicó. “Los responsables de las religiones deben hacerse cargo del proceso de restablecimiento de la paz”. Esta responsabilidad, señaló, “no es simplemente verbal”, sino que exige “que seamos fieles a nuestra fe, fieles al diseño de Dios para el mundo, respondiendo a lo que Él quiere”.

El doctor Rowan Douglas Willams, arzobispo de Canterbury, cabeza de la Iglesia Anglicana, definió como “un gran honor” el poder celebrar el aniversario de la primera Jornada de Oración por la Paz, promovida por el beato Juan Pablo II. Una paz duradera, declaró, “inicia donde nosotros vemos al prójimo como a nosotros mismos y por tanto comenzamos a comprender por qué y cómo debemos amar al prójimo como a nosotros mismos”.

Los cristianos, especificó, reconocen en el prójimo “no sólo a alguien que tiene en sí 'la imagen de Dios' en virtud de la creación, sino a alguien que tiene en sí también la posibilidad de llevar la semejanza de Jesucristo en virtud de la nueva creación”. Si es así, “no somos extraños los unos de los otros. Y si no somos extraños, debemos, antes y después, encontrar el modo de concretar este reconocimiento recíproco en relaciones de amistad verdaderas y duraderas”. “Estamos aquí hoy para declarar nuestra voluntad –de o más bien nuestra apasionada determinación- de persuadir a nuestro mundo que los seres humanos no deben ser extraños, y que el reconocimiento es tan posible como necesario por nuestra universal relación con Dios”.

El doctor Olav Fykse Tveit, secretario general del Consejo Ecuménico de las Iglesias, alabó el encuentro de Asís destacando que “el mundo necesita reuniones entre los jefes de las comunidades religiosas”, así como de “constructores de paz a partir de la fe”. Las comunidades de fe, a su vez, “necesitan jóvenes que lleven el cambio”. “Un gran obstáculo a una paz justa representa hoy el alto nivel de paro entre jóvenes en todo el mundo”, indicó. “Se tiene la sensación de que estamos poniendo en juego el bienestar y la felicidad de una generación. Necesitamos la visión y la valentía de los jóvenes para los cambios necesarios”.

Tveit recordando Jerusalén, anunció que, para el Consejo Ecuménico de las Iglesias, “un compromiso preciso para los próximos años será el de trabajar por una paz justa en Jerusalén” y para todos los pueblos que viven en la ciudad, y en torno a ella. “Somos responsables ante Dios, y los unos ante los otros, de la paz de nuestro tiempo y también de lo que decimos o no decimos para alcanzarla”, declaró.

Por su parte, el conocido rabino David Rosen, director del departamento de Asuntos Interreligiosos de la American Jewish Committee (AJC), comenzó hablando del concepto de peregrinación. “Una peregrinación es, por definición, mucho más que un viaje. Las palabras hebreas para peregrinación son 'aliyah la’regel', expresión que significa 'subida a pie'”, un concepto que tenía un significado tanto literal como espiritual: literal porque se subía desde los montes de Judea hasta el Templo de Jerusalén, espiritual o simbólica en el sentido de subir hacia Dios.

“Este concepto de peregrinación, de ascenso, es central en la visión profética del establecimiento del Reino de los Cielos en la Tierra, la visión mesiánica de paz universal”, añadió Rosen, citando después al profeta Isaías: “'Vendrán muchos pueblos y dirán: vayamos y subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob, para que Él nos enseñe sus caminos y podamos caminar por sus senderos; ya que de Sión saldrá la ley y de Jerusalén la Palabra del Señor'. Él será juez entre las naciones y árbitro de los pueblos; destruirán sus espadas y harán arados de ellas y de sus lanzas podaderas. Una nación no se levantará contra otra y no aprenderán más el arte de la guerra” (Is 2,3-4).

Rosen retomó también un comentario del gran rabino Meir Simcha de Dwinsk, que vivió hace un siglo, quien distinguía la paz del arca de Noé de la visión profética de Isaías. Mientras que, en el primer caso, la paz era la única posibilidad, en la visión de Isaías nace del “conocimiento del Señor”, surge de la más íntima comprensión espiritual y de la libre voluntad.
“Para muchos en el mundo, la paz es una necesidad pragmática y esto es, en efecto, verdadero”, observó Rosen, pero la paz que anhelan los hombres y las mujeres es distinta: es “subir a la montaña del Señor”, es decir, “una idea de paz como expresión sublime de la voluntad divina y de la imagen divina en la que todo ser humano es creado”.

Haciendo un homenaje al beato Juan Pablo II, y expresando gratitud hacia su sucesor Benedicto XVI, el rabino recordó a los sabios del Talmud. “Nos enseñan --así explicó- que la paz no sólo es en nombre de Dios (…) sino que también es el requisito indispensable para la redención”.

Diverso fue el enfoque del secretario general de la Conferencia Internacional de los Estudiosos Islámicos (ICIS) y expresidente de Nabdlatul Ulama (NU), el indonesio Kyai Haji Hasyim Muzadi. Su reflexión comenzó con la constatación de que “muchos problemas entre los hombres sobre esta tierra, vienen de los que siguen una religión”, pero que esto no significa “que los problemas que surgen entre los hombres que pertenecen a una religión sean originados por la religión misma”.

Para el exponente musulmán, lo que genera conflictos y tensiones es el simple hecho de que “las religiones auténticas” “pueden tener seguidores que no son capaces de comprender su carácter saludable de manera plena y completa”, una carencia que puede llevar “a la distorsión de la religión misma”. “Toda religión posee identidad propia”, prosiguió Hasyim Muzadi, pero “un carácter común de toda religión es la esperanza para la creación de armonía entre los hombres, paz, justicia y prosperidad y un mejor nivel de vida”.

Su receta para llegar “a una armonía y coexistencia duraderas entre las religiones” es sencilla: “no se debería y no se debe cambiar lo que es distinto, y no se deben imponer los puntos de vista que no se comparten”, sostuvo el delegado musulmán, que advirtió también del peligro de instrumentalizar la religión. “Nuestro deber, como comunidades religiosas, es el de llevar a todos los creyentes la libertad de comprender verdaderamente el propio destino, y de corregir las comprensiones equivocadas de las religiones que llevan a conflictos sociales entre la humanidad”.

La representante de los “no creyentes” o agnósticos Julia Kristeva, prefirió, sin embargo, comenzar su reflexión con las conocidas palabras de Juan Pablo II: “¡No tengáis miedo!”. Según la filósofa y psicoanalista, estas palabras no están dirigidas únicamente a los creyentes, porque estas alentaban a resistir el totalitarismo”. “El llamamiento de ese Papa, apóstol de los derechos humanos, nos empuja también a no temer a la cultura europea, sino, al contrario, a osar el humanismo”.

“Frente a las crisis y a las amenazas que se agravan, ha llegado la edad de la apuesta”, continuó la francesa de origen búlgaro. “Osamos apostar por la renovación continua de las capacidades de hombres y mujeres de creer y conocer juntos. Para que en el 'multiverso' de vacío, la humanidad pueda perseguir todavía su propio destino creativo a largo plazo”, concluyó.

viernes, 28 de octubre de 2011

Sinfonía de los creyentes de todo el mundo por la paz


Una sinfonía de paz y buenos propósitos. De búsqueda de la paz y el entendimiento. Piano, flauta, arpa y violín unieron sus sonidos a las voces de los líderes de todas las religiones en un manifiesto por la paz que trascendió los límites de la patria de San Francisco, Asís, y que ojalá surque el cielo de la Tierra, y de los prejuicios de las confesiones religiosas, y se haga realidad en mitad de un mundo que sufre y que clama por la paz y la justicia.

"Nosotros, personas de tradiciones religiosas diferentes, no nos cansaremos nunca de proclamar que paz y justicia son inseparables, y que la paz en la justicia es el único camino en el que la Humanidad puede caminar hacia un futuro de Esperanza", rezaba el compromiso leído por todos los líderes religiosos, culminado por el papa y recibido por un fuerte y emotivo aplauso.

"Haz a los demás lo que quisieras te fuera hecho a ti", dice la regla de oro, que asumen todos los creyentes del mundo. "No nos cansaremos nunca de luchar por la paz", rezaba el compromiso. La tarde en Asís se presentó cálida, soleada. En la plaza de los Ángeles, donde San Francisco solía caminar antes de retirarse a orar en la Porciúncula, los representantes de las principales religiones del mundo renovaron su compromiso solemne de paz. Con el único acompañamiento de violines y flautas, y en el espíritu del santo fratello, los líderes afirmaron que "para construir la paz es necesario amar al prójimo".

En distintos idiomas, cada uno de los representantes se comprometieron a "proclamar con convicción que la violencia y el terrorismo contrastan con el auténtico espíritu religioso". Al condenar toda violencia en nombre de Dios, "nos comprometemos a hacer cuanto sea posible para desarraigar las causas del terrorismo".

"Nosotros nos comprometemos a educar a las personas a respetarse y estimarse mutuamente", leyó el representante sij, "para una convivencia pacífica y solidaria entre pertenecientes a etnias, culturas y religiones distintas".

El sonido del arpa protagonizó la segunda parte de la lectura del manifiesto, en la que el líder ortodoxo incidió en que "nos comprometemos a promover la cultura del diálogo, para que crezca la convivencia entre los pueblos, siendo éstas las premisas de la auténtica paz".

El piano dio paso a los representantes de los baptistas, que se comprometieron "a defender el derecho de cada persona humana a vivir su existencia según su identidad cultural, y a procurarse libremente una familia propia".

El líder de los musulmanes paquistaníes, a continuación, afirmó el compromiso por "dialogar, con sinceridad y paciencia, sin considerar cuánto nos diferencia como un muro infranqueable, sino reconociendo al otro, distinto de mí, puede convertirse en una ocasión de mejor comprensión del prójimo". Tras la lectura, se abrazó a Benedicto XVI, arrancando los aplausos de los invitados, y la sensación de que, tal vez, después de Asís, algunas de estas propuestas serían posibles.

Piano y violín dejaron de disputarse la primacía, y compusieron una sinfonía en común, emotiva, que giraba la mirada hacia el cielo. Se hizo el silencio, y regresó la flauta, para acompañar las palabras del patriarca sirio ortodoxo de Antioquía, Gregorios, que se comprometió a "perdonarnos mutuamente los errores del pasado, y sostener los esfuerzos para evitar el odio y la violencia, y aprender del pasado que la paz, sin la justicia, no es una paz verdadera".

En un momento, flauta y arpa bailaron juntas, y entonces, el representante taoísta leyó el pasaje de la declaración en la que las religiones se comprometen a "estar de parte de quien sufre, en la miseria y en el abandono, haciéndonos portavoces de quien no tiene voz, y trabajando para superar estas situaciones, con la convicción de que nadie puede ser feliz estando solo".

El representante budista, afirmó "hacer nuestro el grito de quien no se resigna a la violencia y al mal, y queremos contribuir con toda nuestra fuerza para dar a la humanidad una esperanza real de justicia y de paz".

Regresó el piano, con más fuerza que nunca, elevando las plegarias hacia la brisa que soplaba en Asís, y dando paso a un silencio en el que se escuchaban, a voz en grito, las emociones de todos los presentes. El sol aún brillaba a las cinco de la tarde de este frío otoño, como esperando que la luz siguiera llegando a los líderes religiosos, cuando el representante sintoísta leyó el compromiso de "promover la amistad entre los pueblos. Convencidos del progreso tecnológico, si falta entendimiento entre los pueblos, arriesga a la destrucción y la muerte".

Flauta, piano y violín volvieron a unirse para escuchar a la única mujer, de confesión luterana, que se comprometió a "pedir a los responsables de las naciones para pedir todo tipo de esfuerzos para que se consolide sobre la base de la justicia, un mundo de solidaridad y de paz".

"Nosotros, personas de tradiciones religiosas diferentes, no nos cansaremos nunca de proclamar que paz y justicia son inseparables, y que la paz en la justicia es el único camino en el que la Humanidad puede caminar hacia un futuro de Esperanza. Un mundo en el que las distancias se acortan, las relaciones se facilitan, la seguridad, la libertad y la paz no podrán estar garantizadas por la fuerza, sino por la confianza recíproca. Que Dios bendiga nuestros propósitos, y dé a nuestro mundo justicia y paz", subrayó, casi al final, el reverendo Setri Nyomi, de la Comunión Mundial de Iglesias Reformadas.

Al final, Guillermo Hurtado, representante de los no creyentes, pero igual de fiel ante los desafíos de este mundo, se comprometió con todos los hombres de buena voluntad "a la edificación de un mundo nuevo, donde el respeto a la dignidad de todo hombre sea la base de la vida en sociedad. Queremos hacer que creyentes y no creyentes vivan como hermanos en la búsqueda común de la verdad, de la justicia y de la paz".

Benedicto XVI cerró la sinfonía, sosteniendo que "no más violencia, no más guerra, no más terrorismo, en nombre de Dios". Al final, se produjo un impactante momento de silencio para que cada uno, y todos en común, sin llegar a organizar una oración formal, oraran juntos por la luz de la paz que, al término de la celebración, decenas de jóvenes llevaron a cada uno de los representantes. Tras los saludos finales, casi todos los representantes visitaron la tumba del fundador de la Orden Franciscana.

Como toda buena orquesta, el canto final dejó paso al abrazo de la paz y a la alegría de todos los presentes. Como no podía ser de otro modo, con el "Canto de las Criaturas" del santo de Asís. Que seguramente, muy cerca de ese sol que ya se apagaba en las colinas, conversaba que el único Dios sobre lo bello de aquel acto... y lo difícil de llevarlo a cabo. Mas esperanza, que la música nunca acaba.

(Jesús Bastante)

Un tren hacia la paz


A diferencia de aquella vieja locomotora que le llevó a Juan XXII (los tiempos han cambiado), el tren que conducirá a Benedicto XVI a Asís este jueves, en peregrinación para pedir por la paz, será un modelo italiano de tren de alta velocidad. Joseph Ratzinger volverá a Asís, veinticinco años después del encuentro interreligioso de oración por la paz convocado por Karol Wojtyla. En 1986 la reunión recibió diversas críticas, incluso dentro de la curia romana: «¿No se abre así el camino al indiferentismo y al relativismo religioso?», era la pregunta de algunos. ¿Y hoy? ¿Por qué Benedicto XVI iba ahora a Asís? ¿Por qué volvía a tomar ese tren?

Un tren hacia la paz, de eso se trataba, había dicho Juan Pablo II. El historiador Giovanni Maria Vian, director de L' Osservatore Romano afirmaba al valorar el evento: “Asís es un evento simbólico, que sin embargo dio lugar a interpretaciones equivocadas y aclaradas con la declaración Dominus Iesus, del 2000. Y en el 2002 fue el cardenal Ratzinger quien acompañó al papa [Juan Pablo II] a la ciudad de san Francisco. El 20 de abril de 2005, al día siguiente de la elección, Benedicto XVI pidió 'un diálogo abierto y sincero' con las otras culturas y religiones”. Van pues a lo mismo.

Los encuentros en Asís tienen su historia. “En 1986 el mundo estaba bajo la amenaza de una guerra nuclear. El papa Wojtyla quiso mostrar que las religiones son factores de paz, no de división y de odio. Y rezó por la paz. En enero de 2002, cuatro meses después de los atentados americanos [del 11 de septiembre], convocó otra reunión para demostrar que el nombre sagrado de Dios no puede ser instrumentalizado para justificar odio y violencia. Ahora, su sucesor, el gran papa-teólogo, va a repetir el mismo gesto, y nos indica la necesidad de rezar más por la paz en un mundo donde aumenta la violencia en general, y la violencia contra los cristianos en particular”. “Cristo es nuestra paz”, era el lema. No se puede matar en nombre de Dios: es una locura y una gran contradicción.

En el acto participarán también Bartolomé I, patriarca de Constantinopla, el primado anglicano Rowan Williams, Olav Tveit del Consejo Mundial de Iglesias, entre otros muchos representantes de todas religiones del mundo. A ellos se unen algunos representantes de los no-creyentes, entre los que destaca Julia Kristeva, lingüista, escritora y psicoanalista. Como indicó el español monseñor Sánchez de Toca, por primera vez el papa ha invitado a personas no creyentes a un encuentro religioso, porque “está convencido –y ésta es la base de esta decisión innovadora– de que el ser humano, creyente o no, está siempre en búsqueda de Dios”.

El papa alemán envió una carta personal el pasado 4 de marzo al pastor luterano, el profesor Peter Beyerhaus, antiguo colega suyo en Tubinga, quien en febrero pasado le había enviado una carta en la que manifestaba su perplejidad sobre el riesgo sincretista de una nueva convocatoria de la jornada de Asís. En ella preguntaba a Benedicto XVI cuáles eran sus intenciones para participar en la misma. “Comprendo muy bien –le escribía Benedicto XVI– su preocupación respecto a mi participación en el encuentro de Asís. Pero esta conmemoración debía ser celebrada de todos modos y, después de todo, me parecía lo mejor ir allí personalmente para poder intentar de esta manera determinar la dirección”.

¿Qué dirección? Es posible que, sobre todo en 1986, se dieron gestos que llevaron a ciertos equívocos, pero desde entonces ha llovido mucho: entre otras cosas, el llamado “pluralismo religioso” (más relativista que pluralista) y la declaración Dominus Iesus, que toma su título de la exultante y decidida afirmación de san Pablo: “¡Jesús es el Señor!” (Flp 5,21), el Hijo de Dios y, por tanto, el Salvador. Todos nos salvamos en Cristo, también un musulmán, un budista o un testigo de Jehová. Frente a los posibles miedos por un posible relativismo religioso, tal vez sea una ocasión de confiar una vez más en el papa-teólogo. “Sería mejor de todos modos –presagiaba un corresponsal francés– prestar atención a la cosecha de Asís 2011. Un vino de este tipo, refinado por la maduración del tiempo puede sorprender”.

[Por Pablo Blanco Sarto, Universidad de Navarra. Autor de Benedicto XVI, el papa alemán]

miércoles, 31 de agosto de 2011

Esfuerzos de aproximación entre católicos y luteranos


“La Iglesia católica y la Federación Luterana Mundial preparan una declaración común sobre la Reforma de cara al quinto centenario de la publicación de las 95 tesis de Lutero en 2017”, destacó Radio Vaticano este lunes. El Papa ha querido dar una dimensión ecuménica a su próximo viaje a Alemania. El presidente del dicasterio romano para la promoción de la unidad de los cristianos, el cardenal Kurt Koch, anunció la noticia en una entrevista concedida a la agencia católica alemana KNA.

El texto “debería analizar la Reforma a la luz de los 2000 años del cristianismo”, destaca Radio Vaticano, que añade que “la conmemoración común de este aniversario podría ser la ocasión de un mea culpa recíproco. Para el cardenal Koch, es necesaria “una purificación común de la memoria”.
Durante su viaje a Alemania, del 22 al 25 de septiembre, Benedicto XVI visitará Erfurt, donde Lutero realizó una parte de sus estudios. El cardenal Koch reveló que ha sido el mismo Papa quien ha querido que su viaje tenga una fuerte dimensión ecuménica.

El tercer viaje de Benedicto XVI a su país natal tiene como lema Donde hay Dios, allí hay futuro, e incluirá también visitas a Berlín, a Etzelsbach y a Friburgo. La canciller alemana Angela Merkel, hija de un pastor protestante, destacó por su parte que el viaje de Benedicto XVI anima a “la convergencia y la solidaridad entre los cristianos y la sociedad actual”.

Intensa preparación. Precisamente para preparar su viaje a Alemania, el Papa mantuvo el 13 de agosto un encuentro de más de tres horas con una delegación oficial del episcopado alemán formada por el arzobispo de Munich y Freising, el cardenal Reinhard Marx; el presidente de la conferencia episcopal, monseñor Robert Zöllitsch; y los obispos de Osnabrück y de Essen, monseñores Franz-Josef Hermann Bode y Franz-Josef Overbeck, respectivamente.

La entrevista se desarrolló “en un profundo espíritu de fraternidad”, según Radio Vaticano. Se alargó con una comida compartida, de manera que los intercambios duraron en total “más de tres horas”. En un comunicado publicado con motivo de este encuentro, los obispos alemanes explicaron que informaron a Benedicto XVI del proceso de diálogo nacional establecido por la Iglesia en Alemania.

Los obispos han invitado a unos 300 católicos, laicos y religiosos, a reflexionar juntos durante los próximos cuatro años sobre la fe y el futuro de la Iglesia católica. Este proceso de diálogo fue propuesto durante la asamblea plenaria de otoño de 2010 y la primera edición se desarrolló los días 8 y 9 de julio en Mannheim.

El Papa se mostró muy interesado por este proceso que podría, en su opinión, dar un impulso importante para el futuro de la Iglesia. Benedicto XVI destacó que este diálogo es un camino espiritual de renovación y animó a los obispos alemanes a continuar por este camino. Además, el Papa subrayó el vínculo que debería establecerse con el 50º aniversario del Concilio Vaticano II.

Programa. El Papa comenzará su viaje el 22 de septiembre en la capital alemana. Tras la ceremonia de bienvenida en el Castillo de Bellevue, y los encuentros con el presidente Christian Wulff y la canciller Angela Merkel, pronunciará un esperado discurso en el Parlamento del Reichstag. Después, se encontrará con la comunidad judía en una sala del Reichstag, y celebrará la Misa en el Olympiastadion de Berlín.

El viernes 23 por la mañana, el Papa se encontrará con representantes de la comunidad musulmana. Después se trasladará a Erfurt, en Turingia, a los lugares donde vivió Lutero. Tras la visita a la catedral de Santa María, mantendrá un encuentro con los representantes del Consejo de la Iglesia evangélica; después, participará en una celebración ecuménica en la Iglesia del convento de los agustinos de Erfurt. Por la tarde, el Papa acudirá al santuario de la Virgen de Etzelsbach, donde presidirá las Vísperas marianas en la Wallfahrtskapelle. Por la noche volverá a Erfurt.

El sábado 24 de septiembre, a las 9,00, presidirá la Misa en la Domplatz de Erfurt. Por la tarde se trasladará a Friburgo, al Baden-Württemberg: aquí, tras la visita a la catedral y el saludo a los ciudadanos, se encontrará con el ex-canciller Helmut Kohl. Después mantendrá tres encuentros: con los representantes de las Iglesias ortodoxas, con los seminaristas y con el Consejo del comité central de los católicos alemanes. Por la noche, participará en una vigilia con los jóvenes en la Feria de Friburgo.

El domingo 25 de septiembre, el Papa presidirá la Misa y el Ángelus en el Aeropuerto turístico de Friburgo. Después de almorzar con los miembros de la Conferencia episcopal alemana, mantendrá un encuentro con los jueces del Tribunal Constitucional federal y con los católicos comprometidos en la Iglesia y en la sociedad. A las 18,45 tendrá lugar la ceremonia de despedida en el aeropuerto de Lahr y la vuelta a CastelGandolfo por la noche.

sábado, 30 de julio de 2011

Religiones en diálogo

San Dionisio Aeropagita

El 27 de octubre se celebrará, como es sabido, el 25º aniversario de la histórica «Jornada de oración por la paz en el mundo», convocada en Asís, en 1986, por el beato Juan Pa­blo II. Aquella gran iniciativa no de­bería hacer que se olviden otros dos acontecimientos que el mismo Pontí­fice promovió en la ciudad de san Francisco: la «Jornada mundial de oración por la paz en los Balcanes», el 23 de enero de 1994, y la «Jornada de oración por la paz en el mundo», el 24 de enero de 2002, en un mo­mento de preocupante tensión inter­nacional.

El 25º aniversario —al cual Benedicto XVI ha querido dar como tema Peregrinos de la verdad, peregri­nos de paz— se celebrará y vivirá en el signo de la reflexión, del diálogo y de la oración. La reflexión, el silencio, el distan­ciamiento son compañeros necesa­rios de todo diálogo verdadero: si no existieran, este proceso correría el peligro de empobrecerse y de redu­cirse a un intercambio de ideas, con poco contenido espiritual e intelec­tual o sin él.

Una vez más nos pre­guntaremos: ¿por qué los cristianos se empeñan en dialogar con perso­nas y comunidades de otras religio­nes? Un primer motivo es que todos somos criaturas de Dios y, por tanto, hermanos y hermanas. Luego, el he­cho de que Dios actúa en cada per­sona humana, la cual, ya mediante el uso de la razón, puede presentir la existencia del misterio de Dios y re­conocer valores universales, constitu­ye un segundo motivo. Existe, por último, un tercer motivo: descubrir en las diversas tradiciones religiosas el patrimonio de valores éticos co­munes que permite a los creyentes contribuir, come tales, en particular a la afirmación de la justicia, de la paz y de la armonía en las socieda­des de las que son miembros con pleno derecho.

Esa reflexión requiere tiempo, in­tercambio de puntos de vista, honra­dez intelectual y humildad. No es raro que los interrogantes que sur­gen en los interlocutores del diálogo necesiten un tiempo de estudio, de reflexión y también un intercambio dentro de un mismo grupo religioso en diálogo. La Jornada del próximo 27 de octubre favorecerá, desde lue­go, esta reflexión, tanto a nivel per­sonal como colectivo.

El diálogo que la Iglesia procura instaurar con creyentes de otras reli­giones, pero también con toda per­sona en búsqueda del Absoluto, se coloca en la estela del particular diá­logo de Dios con la humanidad a través de su Verbo hecho hombre: «En muchas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a los padres por los profetas. En esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado heredero de todo, y por medio del cual ha realizado los siglos» (Hb 1, 1-2). Ese diálogo se realiza procurando siem­pre conciliar verdad y caridad (cf. Ef 4, 15).

El diálogo no es una conversación entre responsables religiosos o cre­yentes de varias religiones; no es una negociación de tipo «diplomático»; no es terreno de regateo y, menos aún, de componendas; no está moti­vado por intereses políticos o socia­les; no busca subrayar las diferencias ni eliminarlas; no tiende a crear una religión global, aceptada por todos; no se promueve sólo por una inicia­tiva personal, ni como hobby; no cae en la tentación de la ambigüedad de los conceptos y de las palabras.

El diálogo verdadero, en cambio, es un espacio para el testimonio recí­proco entre creyentes que pertenecen a religiones diversas, para conocer más y mejor la religión del otro y los comportamientos éticos que de ella brotan. Esto permite, al mismo tiem­po, corregir imágenes equivocadas y superar prejuicios y estereotipos so­bre personas y comunidades. Se tra­ta de conocer al otro como es y, por tanto, como tiene derecho a ser co­nocido, no como se dice que es y, menos aún, como se pretende que sea. Gracias al conocimiento directo y objetivo del otro, se incrementan el respeto y la estima recíprocos, la comprensión mutua, la confianza y la amistad.

Se conocen bien las cuatro moda­lidades principales, según las cuales los creyentes están llamados a dialo­gar: el diálogo de la vida (comunión de alegrías y de pruebas de la vida cotidiana); el diálogo de las obras (colaboración de cara a la promo­ción del desarrollo integral del hom­bre); el diálogo teológico, cuando es posible (comprensión de las respecti­vas herencias religiosas); y el diálogo de la experiencia religiosa (compartir las mutuas riquezas espirituales).

En la Jornada del 27 de octubre, no faltarán los espacios de diálogo, tanto formales como informales. El primer momento —formal— estará constituido por la conmemoración del encuentro de 1986, así como por los de 1994 y de 2002, y por una profundización del tema de la Jorna­da: Peregrinos de la verdad, peregrinos de paz. Además del Santo Padre, in­tervendrán exponentes de algunas de las delegaciones presentes. Un momento significativo de diálogo se­rá asimismo la adhesión al compromiso tomado el 24 de enero de 2002 en favor de la paz. Todos renovarán sus compromisos manifestados aquel día: «Nos comprometemos a... ».

El contenido de aquel «Decálogo» se ha demostrado profético y sigue conservando toda su actualidad. Basta recordar el segundo compro­miso: «Nos comprometemos a ense­ñar a las personas a respetarse y esti­marse recíprocamente, para hacer posible una convivencia pacífica ysolidaria entre los miembros de et­nias, culturas y religiones diversas» (L'Osservatore Romano, edición en lengua Española, 1 de febrero de 2002, p. 7).

Se sobreentiende que la oración acompaña siempre el inicio, el desa­rrollo y la conclusión de toda acción del cristiano. Entre el diálogo con Dios —la oración— y con los demás hay una relación casi natural. Esto es verdad en particular en el delica­do campo del diálogo entre creyen­tes de diversas religiones. El cristia­no comprometido en el diálogo siempre necesita luz, discernimiento, prudencia y valentía, dones del Espí­ritu Santo. En el diálogo, los cristianos están llamados también a dar testimonio del espíritu de oración que los ani­ma. La oración es una de las dimen­siones en las que el cristiano hace brillar ante los demás sus buenas obras para que las vean y den gloria a su Padre que está en los cielos (cf. Mt 5, 16).

Nuestros coloquios con los inter­locutores musulmanes del Consejo pontificio para el diálogo interreli­gioso comienzan siempre con un momento de oración que puede rea­lizarse tanto con un tiempo de silen­cio como con la lectura de un pasaje del Evangelio y del Corán. También las comidas, momentos de conviven­cia fraterna, están precedidos por momentos de oración silenciosa o por una «invocación» teológicamen­te aceptable por ambas partes.

Aún sigue vivo el recuerdo de la plegaria del beato Juan Pablo II al concluir su discurso a los jóvenes musulma­nes de Marruecos en Casablanca, el 19 de agosto de 1985: «Oh Dios, tú eres nuestro Creador. Tú eres bueno y tu misericordia no conoce límites. A ti la alabanza de toda criatura. Oh Dios, tú has dado a los hom­bres, que somos nosotros, una ley interior con que debemos vivir. Ha­cer tu voluntad es cumplir nuestro deber. Seguir tus pasos es conocer la paz del alma. Te ofrecemos nuestra obediencia. Guíanos en todas las ac­ciones que emprendemos a lo largo de nuestra vida. Líbranos de las ma­las inclinaciones que desvían nuestro corazón de tu voluntad. No permi­tas que invoquemos tu nombre para justificar los desórdenes humanos. Oh Dios, tú eres el único. A ti se di­rige nuestra adoración. No permitas que nos separemos de ti. Oh Dios, juez de todos los hombres, concéde­nos formar parte del número de tus elegidos en el último día. Oh Dios, autor de la justicia y de la paz, otór­ganos la verdadera alegría, y el au­téntico amor, así como una fraterni­dad duradera entre las naciones. Cólmanos de tus dones por siempre. Así sea» (L’Osservatore Romano, edi­ción en lengua española, 15 de sep­tiembre de 1985, p. 15).

La Jornada del 27 de octubre in­cluirá momentos de oración, enten­dida como diálogo de todo creyente con Dios o con el Absoluto, cada cual según su propia tradición reli­giosa o su búsqueda de la verdad. La peregrinación misma, en este ca­so en Asís, expresa la «búsqueda de la verdad y del bien». El creyente está «siempre en camino hacia Dios», es un peregrino de la verdad, así como es peregrino todo hombre que se siente «en el sendero de la búsqueda de la verdad».

Si «la imagen de la peregrinación resume (...) el sentido del aconteci­miento que se celebrará», esto signi­fica que la oración será un elemento fundamental de la Jornada del 27 de octubre. El viaje desde Roma hasta Asís, aunque sea una ocasión de co­nocimiento recíproco y de diálogo informal entre los participantes, po­drá ser también un tiempo de refle­xión y de oración. Tras el almuerzo compartido como signo de fraterni­dad y de frugalidad, seguirá un mo­mento de oración personal y de re­flexión.

El camino-peregrinación vespertino en silencio hacia la basíli­ca de San Francisco también ofrece­rá un espacio a la oración y a la me­ditación personal. Para los católicos, será significativa la vigilia de oración presidida por el Santo Padre con los fieles de la diócesis de Roma en la basílica papal de San Pedro, la no­che precedente. La invitación a las Iglesias particulares y a las comuni­dades de todo el mundo para que organicen momentos análogos de oración ilustra su importancia en es­ta Jornada.

Con ocasión de la audiencia general del 14 de mayo de 2008, evocando la figura de Dionisio Aeropagita, Benedicto XVI afirmó: «Se ve que el diálogo no acepta la superficialidad. Precisamente cuando uno entra en la profundidad del encuentro con Cristo, se abre también un amplio espacio para el diálogo. Cuando uno encuentra la luz de la verdad, se da cuenta de que es una luz para todos; desaparecen las polémicas y resulta posible entenderse unos a otros o, al menos, hablar unos con otros, acercarse.

El camino del diálogo consiste precisamente en estar cerca de Dios en Cristo, en la profundidad del encuentro con él, en la experiencia de la verdad, que nos abre a la luz y nos ayuda a salir al encuentro de los demás: la luz de la verdad, la luz del amor. A fin de cuentas, nos dice: tomad cada día el camino de la experiencia, de la experiencia humilde de la fe. Entonces, el corazón se hace grande y también puede ver e iluminar a la razón para que vea la belleza de Dios» (L’Osservatore Romano, edición en lengua española, 16 de mayo de 2008, p. 12).

Surge espontáneamente el deseo de que todos los participantes en la Jornada de Asís del 27 de octubre, así como las numerosas personas y comunidades de creyentes que se unirán a ellos, comprendan mejor el significado de lo que se afirma en la declaración Nostra Aetate: «La Iglesia católica no rechaza nada de lo que en estas religiones es verdadero y santo. Considera con sincero respeto los modos de obrar y de vivir, los preceptos y doctrinas que, aunque discrepen mucho de lo que ella mantiene y propone, no pocas veces reflejan un destello de aquella Verdad que ilumina a todos los hombres» (n. 2).

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Artículo que ha escrito en “L’Osservatore Romano” el cardenal Jean-Louis Tauran, presidente del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso, en preparación a la Jornada de oración por la paz en el mundo convocada por Benedicto XVI el 27 de octubre en Asís.

martes, 5 de julio de 2011

El testimonio cristiano en un mundo multi-religioso


El Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso y otras dos instituciones, que representan en torno al 90% de los cristianos del planeta, acaban de completar un estudio que ha durado cinco años, del que han publicado un documento sobre “cómo actuar en misión”. Un comunicado difundido el miércoles pasado por el Consejo Ecuménico de las Iglesias, un documento de cinco páginas, ofrece una serie de recomendaciones a los misioneros, evangelizadores y otros testigos para que adopten “un comportamiento respetuoso dado que comparten la fe cristiana”.

Este trabajo es fruto de cinco años de conversaciones entre el Consejo Ecuménico de las Iglesias, el Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso de la Iglesia católica romana y la Alianza Evangélica Mundial (AEM). El documento se titula El testimonio cristiano en un mundo multi-religioso, y supone “una etapa histórica en la búsqueda de la unidad cristiana”, destacó el pastor Geoff Tunnicliffe, director general de la AEM. Y ello, explicó, porque constituye un acuerdo oficial sobre “la esencia de la misión cristiana demostrando que organismos cristianos diversos son capaces de trabajar juntos y de hablar a una sola voz”.

El documento afirma que “la misión forma parte de la misma naturaleza de la Iglesia”. Sugiere recomendaciones concretas para la misión “mostrando un respeto sincero a los fieles de otras religiones”. El documento apela a un estudio atento de cuestiones relativas a la misión y al diálogo interreligioso, al establecimiento de la confianza y de la cooperación entre los fieles de todas las religiones, y a la promoción de la libertad religiosa para todos en el mundo.

También alienta a los cristianos a rezar por el bienestar de todos, a reforzar su propia identidad religiosa y a velar para no hacerse una idea equivocada de las creencias de los demás. “Estudiar”, “construir”, “alentar”, “cooperar”, “exhortar” y “rezar” son las seis recomendaciones realizadas en este documento.

El presidente el Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso, el cardenal Jean-Louis Tauran, destacó en la presentación que los responsables de Iglesia tienen hoy “la obligación de proclamar la fe” y de “proponer una visión más amplia del diálogo”. Citó un principio de la enseñanza católica: el de “no rechazar nada que sea verdadero y santo, cualquiera que sea la religión”. E invitó a los cristianos a superar los conflictos religiosos si quieren “presentar la verdad de Dios de manera creíble”.

Las reuniones, en las que participaron representantes del Consejo Ecuménico de las Iglesias, del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso y de la Alianza Evangélica Mundial (AEM) y que condujeron a la elaboración de este documento común, se celebraron en Lariano (Italia) en mayo de 2006; en Toulouse, (Francia) en agosto de 2007, y en Bangkok, (Tailandia) en enero de 2011.
Para más información: http://www.oikoumene.org/fileadmin/files/wcc-main/2011pdfs/ChristianWitness_recommendations.pdf